Podría decirse que Damián Gajate es un melómano poco ‘clásico’. Le gusta el rock y toca la batería. Hasta ha ofrecido algún que otro concierto. En lo que sí es más ‘clásico’ es en su visión de la Medicina, que concibe desde su perspectiva más integradora, esa que trata de entender al paciente en todas sus dimensiones: “la biológica, la psíquica y la social”.
Quizás por eso –y por su carácter “reflexivo”, poco cómodo ante la urgencia que exigen determinadas decisiones–, decidió cambiar una de las especialidades más ‘de moda’ en estos momentos, la Cardiología, por otra que muchas veces no se ejerce en las mejores condiciones, que es poco ‘mimada’ desde la Administración sanitaria y para la que no suele haber ‘codazos’ cuando los nuevos MIR tienen que escoger destino.
Con su número de orden –al examen se presentaron más de 12.000 licenciados o graduados y fue el 100 con mejor nota–, podría haber elegido cualquiera de las especialidades ofertadas en Salamanca, pero eligió Medicina de Familia.
Después de dos años de residencia en Cardiología, ¿por qué decidió cambiar de especialidad?
Muchas veces, la formación que nos dan en la Universidad es más teórica que práctica, y cuando uno llega al MIR y se plantea elegir una especialidad, lo hace más por lo que ha estudiado que por saber qué es lo que se va a encontrar después. Por lo menos en mi caso, lo que me encontré fue distinto a lo que esperaba cuando elegí Cardiología. A mí siempre me ha gustado mucho la fisiopatología del sistema cardiovascular, pero en la práctica me di cuenta de que la Cardiología te exige casi una forma de ser. Yo me considero reflexivo, mientras que la Cardiología te exige a veces tomar decisiones en muy corto espacio de tiempo. Por ejemplo, no llevaba nada bien los casos de pacientes agudos, muy enfermos… Y las guardias también son muy exigentes, aunque eso también sucede en otras especialidades. Me suponía un estrés bastante grande, y pensar en si era lo que quería ser a largo plazo hizo que me planteara que quizá la Cardiología no era lo mío.
¿Busca una visión más global de la persona y de su salud?
Eso es. Como suele decirse, la Medicina en su ámbito biológico, psíquico y social, en su visión más integral. En el ámbito hospitalario, por cuestiones de tiempo y por las características de los pacientes, muchas veces no te da tiempo a ver esas otras perspectivas, sino que tienes que ir a lo concreto, a la patología concreta, que realmente es como tiene que ser en un hospital. Pero quizás el ambiente hospitalario no es el que más se adapte a mí.
¿Cree que la Medicina General permite ejercer desde una perspectiva más humanística, menos ‘tecnificada’?
Es lo que siempre se ha visto como un médico, ¿no? Ahora tendemos a la especialización, e incluso a la súper-especialización, pero sigue teniendo que haber alguien que vea al paciente de una forma más global. Un médico de un pueblecito de León dice que el médico de Familia es como el director de orquesta; nunca habrá nadie que sepa más de violín que el propio violinista, pero tiene que haber un ‘director de orquesta’ que sepa qué le ocurre al paciente y vea primero si lo puede solucionar él mismo o necesita que le atienda un especialista. Eso es muy importante, encaminar la asistencia del paciente.
“Yo era de los que, cuando preguntaban en el colegio qué queríamos ser, decía que médico”. En cierto modo, Damián Gajate siente que estaba ‘predestinado’ a la Medicina. Nada que ver con motivos de tinte mágico o supersticioso, sino meramente ‘circunstanciales’. Su padre, el doctor Rafael Gajate, fallecido hace unos años, fue médico rural, y ejercía en Bañobárez, un pueblo salmantino de la zona de El Abadengo, donde el hijo creció viviendo de cerca la profesión de su progenitor. “La casa tenía un patio en el que jugábamos y, a veces, si mi padre tenía subida la persiana de la consulta, mirábamos por la ventanita cuando estaba con el paciente. Creo que eso me fue dejando poso, y al final nunca me planteé otra cosa…”, reconoce.
Terminó la carrera de Medicina en 2012, cuando todavía era licenciatura, y tras presentarse al examen MIR, en el que quedó en el puesto número 197, se decantó por formarse en su tierra y especializarse en Cardiología. En los dos años siguientes como residente vio que no era lo suyo. Demasiada rapidez, demasiadas decisiones ‘críticas’ sin tiempo para la reflexión.. Así que determinó que lo mejor era volver a empezar para ajustar su formación especializada a su forma de entender la Medicina, incluso se diría que también un poco a su forma de ser. En su segunda prueba MIR –“siempre me han gustado más los exámenes tipo test que los de desarrollar”, confiesa–, superó con creces su propia ‘marca’. Entre más de 12.400 aspirantes, se alzó con el puesto número 100 –el mejor de todos los residentes que han optado por Salamanca–, posición que ha utilizado para decantarse por una especialidad quizás poco ‘mimada’ por los que mandan y que no suele gozar de demasiados ‘pretendientes’, la Medicina de Familia.
¿Cree que escuchar a los pacientes puede llegar a ‘curar’?
Yo creo que sí. Además, con la cantidad de patología psiquiátrica, de trastornos de ansiedad y del estado de ánimo que hay ahora.. Hoy en día es muy importante escuchar al paciente, hacerle caso, decirle: “No te preocupes, aquí estoy yo para cuando tengas algún problema, ven a verme…”.
Y, sin embargo, se diría que la Medicina de Familia es poco valorada. Las sociedades científicas y los colegios profesionales afirman, incluso, que es una especialidad ‘maltratada’…
A veces hay una especie de ‘tira y afloja’ con las especialidades hospitalarias, pero la Medicina de Familia también es una especialidad desde hace muchos años. La formación que se proporciona ahora a los médicos de Familia es muy buena; son cuatro años, los mismos que en otras muchas especialidades, y yo creo que la calidad de la Atención Primaria va a ir en aumento en los próximos años, porque salimos muy bien formados. La Unidad Docente de Salamanca, en concreto, es muy buena y, de hecho, este año la especialidad se ha elegido con números mejores de lo que se solía hacer.
¿Diría que las condiciones laborales de los médicos de Atención Primaria resultan ‘atractivas’?
No. La verdad es que hay unos cupos que obligan a ver a 30 o 40 pacientes por día, y así es complicado atenderlos bien y de forma integral, como decíamos antes. No sé qué pasará en los próximos años. Se ha publicado que en los próximos cinco años se va a jubilar más del 40% de los médicos de Atención Primaria de Castilla y León. Si es así, sus pacientes tendrán que ir a algún sitio: o se reparten entre los profesionales que hay, lo que agravaría la situación y generaría más saturación, o contratan a más médicos.
¿Confía en que se apueste más por la Medicina de Familia?
Yo espero que sí. Suena ya a tópico, porque se dice mucho, pero yo creo que una Atención Primaria de calidad es la base para que el sistema sanitario vaya bien.
“Ya no existe esa visión paternalista que llevaba al paciente a decir: sí, lo que usted diga”
¿Cree que es real eso de que la Atención Primaria es la puerta de entrada al sistema sanitario? Porque a veces da la sensación de que en la práctica se asienta mucho en la asistencia hospitalaria…
En esto yo creo que influye mucho el tema de la Medicina defensiva, en el sentido de que cuando tienes a tu disposiciónla posibilidad de derivar a un paciente al hospital, a veces se te puede pasar por la cabeza: “Si esto lo podría solucionar yo, o esperar un poco para ver cómo va, pero, ¿y si ocurre algo?”. Ahora los pacientes están muy informados, conocen, buscan en internet… Ya no existe esa visión paternalista respecto al médico que llevaba al paciente a decir: “Sí, lo que usted diga”. Ahora el paciente va informado, y se establece con él una relación más de igual a igual, y aunque la mayoría de los pacientes entiende un error, si ocurre algo y la persona está de ‘malas’…
¿Qué le supuso volver a someterse al estrés de preparar un examen MIR?
El segundo examen lo preparé también en Salamanca y, sinceramente, no me resultó algo muy estresante. Primero, porqueal estar aquí mi madre me ‘quitaba’ bastante responsabilidades extra-académicas, y también porque como la academia te da unas pautas de lo que te tienes que estudiar cada día, yo sabía que debía estudiar hacia cierto tema, y que hasta que no lo hiciera no podía parar. Pero si a las seis de la tarde estaba cansado, me sentaba en el sofá media hora, veía la tele o lo que fuera y luego volvía. Y si en vez de acabar a las ocho o a las ocho y media terminaba a las nueve y media…
Con el cambio de especialidad añade dos años más a su formación especializada…
Como estos dos años de residencia fueron de Cardiología, es como si empezara de cero. Estoy intentando ver si puedo hacer algún ajuste en el programa, porque en Atención Primaria vas rotando por muchos servicios y por algunos de ellos ya roté durante el primer año de Cardiología, y luego hay otros cursos que se repiten anualmente y probablemente habrá alguno que pueda no hacer. Pero tampoco estoy como loco para ver si logro hacer la especialidad en tres años. Si veo que puedo sustituir ciertas rotaciones que ya he hecho para alargar otras que me interesen más, fenomenal, pero tampoco me viene mal para asentar lo que ya he aprendido.
Si ha decidido modificar su elección es, evidentemente, porque la Cardiología no le convenció, pero ¿se quedaría con algo de su paso por esta especialidad?
Me quedo con todo lo que he aprendido, con lo que me han enseñado, con el equipo… En el Servicio de Cardiología hay unos profesionales excelentes. Me quedaría con los residentes mayores, que te ayudan en las guardias, te sacan de un montón de apuros y son muy buenas personas. Me quedo con eso. Y espero que no se me olvide lo que he aprendido, porque me va a servir en el futuro.
¿Recuerda algún caso atendido durante esos dos años de residencia del que se sienta especialmente satisfecho?
(Piensa) Recuerdo uno que fue un caso grave, pero con el que pensé: “Hombre, pues al nal sí te sirve lo que estudias y lo que aprendes…”. Era un paciente de entre 40 y 50 años que llegó al hospital con un dolor torácico. Yo estaba de guardia. Muchas veces, con un dolor torácico lo que crees es que puede ser una angina, un infarto o algo así, y me llamaron enfocándolo de esa manera. A raíz de explorar al paciente y de preguntarle cómo era el dolor, a mí me daba más la sensación de que era una disección de aorta, en lugar de un infarto. Hicieron una prueba de imagen para comprobarlo y, efectivamente, era una disección de aorta. Es algo muy grave, y el paciente tuvo que ingresar en la UVI y estuvo muy mal, pero al final… Si creemos que es un infarto y perdemos el tiempo haciendo otras cosas, a lo mejor no hubiera ido bien.
La residencia es un periodo de formación, pero los MIR llegan a asumir importantes responsabilidades…
La teoría es que tenemos que ir adquiriendo responsabilidades progresivas, con una supervisión decreciente. Yo creo que el hospital de Salamanca sí tiene una gran vocación docente, pero es verdad que a veces las condiciones de sobrecarga de trabajo no facilitan mucho esa tarea formativa. Hay momentos en los que desearías estar más supervisado de lo que estás realmente. Por ejemplo, en las guardias se producen momentos difíciles en los que, si hay mucho trabajo, tienes que intentar solucionarlo tú, aunque es cierto que si tenemos dudas o no estamos seguros de algo siempre tenemos el respaldo de los adjuntos. Además, en el periodo de R1 no nos dejan dar de alta al paciente; siempre tiene que ser un médico adjunto el que lea el informe y lo rme si está de acuerdo y si no, modique lo que considere necesario. El R1 sí que suele estar muy supervisado.
Sugería antes que la formación que a veces se ofrece en las Facultades de Medicina es muy teórica y poco enfocada a la práctica. Vista ya desde fuera, y con cierta perspectiva, ¿qué cree que podría mejorar en este sentido?
Yo me formé con el plan antiguo, no con el Grado, y creo que ahora la formación universitaria se orienta más a la práctica. Pero es verdad que la formación práctica muchas veces la tienen que impartir los médicos del hospital, que ya tienen su labor asistencial, forman a sus residentes… y hay muchos estudiantes. En mi año creo que éramos unos 150 por curso; tres promociones después ya eran 200. Ha aumentado un montón el número de plazas, y para la formación práctica… el espacio es limitado, los medios son limitados y muchas veces no se puede llegar a más. Pero en una profesión como ésta la parte práctica es fundamental. Muchas veces uno acaba la carrera sabiendo algo de una enfermedad muy rara, pero sin saber si alguien tiene una amigdalitis o no, porque no la ha visto nunca. Por eso a veces es un ‘shock’ cuando empiezas a trabajar y algunos médicos te dicen: “¿Y cómo no sabes esto?”. Pues porque es la primera vez que lo vemos. No sé si en su época la formación era distinta. Yo acabé la carrera en 2012 y no sé si ahora habrá cambiado algo, pero entonces sí echaba de menos una formación un poco más práctica.
¿Es partidario de que la colegiación médica sea obligatoria?
Creo que la colegiación es necesaria. Yo he vivido en primera persona algunos de sus benecios tras el fallecimiento de mi padre, porque recibí la ayuda de la Fundación para la Protección Social de la OMC hasta los 21 o 22 años. Además, es importante que una profesión como ésta cuente con una estructura que dé soporte y que pueda responder por el médico cuando lo necesite, además de dar servicios, ofrecer cursos… Y a la hora de atender a un paciente, el hecho de estar colegiado proporciona una seguridad, una garantía.
“Creo que el estado actual del hospital es algo que influye incluso en el estado de ánimo”
A menudo se habla del mal estado en el que se encuentra el hospital, de la falta de personal y de espacio… ¿Esto se percibe en el día a día y tiene repercusiones en la labor cotidiana de los profesionales?
Sí se percibe. Yo creo que el estado actual del hospital es algo que influye en todos. No es lo mismo trabajar en un ambiente donde las cosas son nuevas y funcionan que en uno en el que no. Pienso que eso repercute un poco, incluso, en el estado de ánimo del hospital y sus equipos. Yo he percibido que muchas veces los trabajadores –entre los que yo me incluyo, porqueme ha pasado– están ‘quemados’. No sé cómo decirlo; es como tener muy buena ‘materia prima’, muy buenos profesionales, y no darles las condiciones para sacarles el máximo partido.
¿En qué le gustaría trabajar cuando finalice la residencia?
Primaria tiene muchísimas salidas; puedes trabajar en el 112, como médico de Urgencias, en residencias… Aunque a mí lo que me gusta es la consulta de Primaria. No sabría decir si en el ámbito urbano o rural, pero al principio es un poco donde puedas, más que donde quieras. ¿Le gustaría quedarse en Salamanca?Yo soy un poco ‘casero’, le doy mucha importancia a la familia y a estar ‘a tiro de piedra’ para poder estar con ella en 15 minutos si surge algún tema. Sí me gustaría, aunque soy consciente de que quizás para llegar a este punto tengo que pasar un proceso anterior… Pero para mí sería lo ideal.Para terminar, una pregunta aparentemente sencilla, pero que quizás no lo es tanto: ¿qué es para usted ser un buen médico?Igual es un poco tópico, pero yo creo que es hacer todo lo posible por curar cuando uno cree que puede curar; hacer todo lo posible por aliviar cuando uno cree que puede aliviar y hacer todo lo posible por paliar cuando uno cree que puede paliar. Sin dejar de ser un ser humano y sin perder la empatía para tratar de entender la situación del paciente.
Un libro. ‘El niño con el pijama de rayas’, de John Boyne.
Un disco. ‘The Wall’ (Pink Floyd).
Una película. ‘Malditos bastardos’.
Un plato. La pizza de mi madre.
Un defecto. La inseguridad.
Una virtud. Eso mejor que lo digan los que me conocen. Intento ser buena persona.
Una cualidad de los amigos. La lealtad.
Qué detestaría en los enemigos. La prepotencia y la soberbia.
Una religión. Cualquiera pacífica que uno elija
libremente. En lo personal, me considero cristiano.
Un chiste. No soy de chistes… pero aquí va uno malo:
– Iñaki, ya he cogido el bus, en 30 minutos estoy ahí.
– Pero Patxi, ¡si se tarda menos de 15!
– ¡Es que no veas lo que pesa!
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