Botiquín de humor

Por Germán Payo Losa

Director de Educahumor

“Hacer reír es fantástico, y hacerte reír a ti en estos momentos que los necesitas es una buena obra de caridad”

“¿Alguno me puede decir cuáles son los trucos más eficaces en risoterapia para cuando te encuentras decaído y hasta te das cuenta de que puedes caer en depresión?”, nos pregunta a todos uno de los participantes en un taller de ‘Risa para mayores’, aunque como yo lo dirijo, me siento apelado y pienso: “Ríe”.

Antes de nada: ¡Ojo! Una de las precauciones es tener sentido común. Robin Williams, uno de mis actores cómicos favoritos, padecía varias enfermedades neurodegenerativas –párkinson una de ellas– y una profunda depresión. Recibimos la noticia de su suicidio con gran pena. Si a alguien que está clínicamente deprimido le tratas de hacer reír, lo hundes más.

Una vida sana ayuda a superar esos momentos. El doctor Letamendi escribió su síntesis certera para llevar una vida sana:

“Vida honesta y ordenada / usar de pocos remedios/ y poner todos los medios/ de no apurarse por nada. / La comida paseada, ejercicio y diversión, / beber con moderación, / salir al campo algún rato; / poco encierro, mucho trato / y continua ocupación”.

La comida ‘paseada’: ejercicio físico. Salir, pasear, correr, bailar, montar en bici, nadar… Lo que te guste. Estas personas que están amodorradas todo el día frente a la tele, el ordenador y el móvil parecen ser más propensos a los estados de ánimo bajos.

Diversión: aquí entraría la risa. Levantarse, estirarse, bostezar, poner la música favorita, cantar a todo pulmón y bailar al ritmo. Aconsejable si vives en una casa apartada en el campo. Si estás en un piso a las 7 de la mañana, lo mismo no animas a los vecinos. Los cascos y el móvil pueden ayudar ahí. Esto lo hace una mujer que conozco y lo mezcla con risas a todo volumen. “¡Me dejan nueva y tomas una energía para afrontar lo que sea!”.

Pero diversión es lo que te haga sentir feliz: yoga, salir a correr, nadar… Antes de iniciar la jornada o después. Aquí cada uno verá. Los amigos, las partidas, tomar vinos, café, relacio￾narse, hacer algo por los demás… también levantan el ánimo.

No apurarse por nada. Como decimos ahora en un lenguaje más complicado, “reestructuración cognoscitiva”, o sea, aplicar nuestra inteligencia para ver el lado divertido de lo que nos pasa. En un ambiente de cabreo nacional, esto parece mal visto: “¿No has oído la nueva ocurrencia del Gobierno sobre el Valle de los Caídos?”. Y sea cual sea tu respuesta, te cae encima un discurso desde el cabreo. “Oye, pues yo he visto la foto de una pancarta: STOP DESAHUCIOS, con la familia de Franco detrás y el Valle de los Caídos de fondo. Y otra en la que Franco exclama: ‘¿Me sacáis o me dejáis? Decidiros, que esto es un sinvivir’”.

Pensar de otro modo, ver el lado gracioso, es un ejercicio de gimnasia estupendo. Esta flexibilidad mental se puede aplicar en los momentos de decaimiento. “Yo no sufro locura… la disfruto todo el rato” (Les Luthiers). Ver lo positivo al levantarse –estoy sano, aunque no sea para exagerar, sigo vivo, tengo ojos, piernas, oídos, cama, casa…– y comparar con gente en peores situaciones, hace pensar. Un amigo tenía como lema: “Cuando no estés feliz con tu vida, baja tu nivel de aspiraciones”. Es adaptarse a lo que tenemos y luchar por mejorarlo, sí; sin olvidar el humor.

Cuando he dado talleres a enfermos de fibromialgia, he conocido que, por la enfermedad, muchos sufren depresión. En los talleres de risa combinamos ejercicio físico, reírnos de nosotros, ver lo positivo, relacionarnos con humor y, sobre todo, aprender a reír porque sí, como una gimnasia más. El grupo se conexiona al compartir risas (no se nota la publicidad, ¿verdad?). Tener alguien con quien reír libremente y con ganas es un tesoro.

Hace tiempo oí la idea del ‘botiquín de humor’. Un lugar donde apunto todas las ideas, ocurrencias, historias o chistes que me hacen reír. Sólo los buenos.

Esto, por la tecnología, se puede pasar al móvil, y lo tienes más a mano. Hacer reír es fantástico y hacerte reír a ti, en estos momentos que los necesitas, es una buena obra de caridad.

Eso sí, cada uno tenemos nuestro humor, y mi botiquín puede que a ti no te valga. Hay agresividad y odio en internet, pero también mucho humor e ingenio que está más repartido de lo que pensamos. Aquí van los últimos mensajes que he recogido:

– Me han recetado Ibupobirra 500 y me recomiendan aumentar la dosis si el malestar persiste. Este medicamento es compatible con otros, como Jamonxilina 250 y Quesostaxina 500 (@beerandbirras).

– “¿Capital de España?”. “La mayoría en Suiza” (@Gafasaos).

– Mi hijo me ha dañado ligeramente el móvil, así que lo regalo. Si alguien lo quiere, tiene 3 años de uso, pelo castaño y ojos marrones (@San_Tipatico).

Siempre prefiero las historias personales por su originalidad: “Nos llamó el director del colegio. Fuimos a verlo con mi hijo de 8 años. Tenía en otra mesa unos pasteles. Al final de la charla, mi hijo no quitaba los ojos de los pasteles. ‘¿Quieres uno?’,, le preguntó el director. ‘Sí’. ‘Cógelo’. El niño pasaba la mano por encima, indeciso sobre cual elegir. ‘Ojo el que eliges, porque pastel que toques, pastel que comes’”. El niño, sin pensarlo dos veces, empezó a tocar rápidamente cuantos pasteles podía, hasta que la mano de su madre lo detuvo. Me lo contó una amiga hace dos semanas.

Y si nada de esto lo ves aceptable, te dejo la receta de Celia Cruz en ‘No estés amargao’:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.